Trastorno obsesivo compulsivo infantil: causas, síntomas y tratamiento

Trastorno obsesivo compulsivo infantil: causas, síntomas y tratamiento

Durante el desarrollo infantil, los chavales a menudo se encuentran navegando por un mar de preocupaciones y descubrimientos. Sin embargo, para algunos pequeños, este viaje puede convertirse en una travesía tortuosa marcada por la persistencia de pensamientos inquietantes y la necesidad compulsiva de realizar ciertas acciones una y otra vez. En este contexto, puede surgir el trastorno obsesivo compulsivo infantil, un desafío complejo que impacta el bienestar emocional y el desenvolvimiento cotidiano de niños y adolescentes.

Elementos básicos para entender el trastorno obsesivo-compulsivo infantil

El trastorno obsesivo compulsivo (TOC), catalogado como un trastorno de ansiedad, puede apoderarse de la mente de los niños, sembrando pensamientos, temores o preocupaciones irracionales que desencadenan la necesidad imperiosa de llevar a cabo rituales específicos para mitigar la ansiedad. En este sentido, las obsesiones representan los pensamientos perturbadores que acechan la mente del chaval. Mientras que las compulsiones son los rituales repetitivos que intentan aplacarlos o anular su efecto.

A lo largo del crecimiento y desarrollo, los niños tienden a tejer su red de rituales y pensamientos obsesivos de manera natural, como parte de su proceso de comprensión del mundo que los rodea. Desde la edad preescolar hasta la adolescencia, estos rituales evolucionan en sintonía con las etapas del desarrollo, actuando como herramientas que les permiten enfrentar la ansiedad y socializar de manera efectiva.

Pero, en el caso del niño o adolescente con trastorno obsesivo compulsivo infantil, estos pensamientos adquieren una intensidad desbordante, dominando su mente y obligándolos a recurrir a rituales compulsivos que interfieren de manera significativa con sus actividades diarias y su desarrollo personal. Es como si sus mentes estuvieran equipadas con un «sistema de alarma” en permanente y extrema actividad, donde la ansiedad desencadena un ciclo sin fin de pensamientos y acciones repetitivas, que solo ofrecen un alivio temporal.

Posibles causas del trastorno obsesivo compulsivo infantil

A pesar de los avances en la comprensión del TOC, sus causas exactas aún se escapan del entendimiento completo de la ciencia. No obstante, investigaciones recientes han arrojado luz sobre posibles factores desencadenantes y que predisponen este trastorno. Se ha identificado que el desequilibrio en los niveles de serotonina, un neurotransmisor clave en la regulación del estado de ánimo, puede desempeñar un papel central en el desarrollo del TOC.

Cuando el flujo de serotonina se ve comprometido, el sistema de alarma del cerebro puede interpretar erróneamente las señales, desencadenando obsesiones y compulsiones desproporcionadas. Además, el componente hereditario del TOC ha sido objeto de atención, con evidencias que sugieren una predisposición genética que puede transmitirse de generación en generación.

Cabe destacar que el trastorno obsesivo compulsivo infantil no es algo que los niños elijan o puedan controlar con fuerza de voluntad. Al igual que cualquier trastorno físico, como la diabetes o el asma, el TOC es una condición médica que requiere atención y tratamiento especializado. Asimismo, aunque los eventos estresantes pueden exacerbar o desencadenar los síntomas, no se debe culpar a los padres, ya que el TOC es una interacción compleja entre factores genéticos, neurobiológicos y ambientales.

Patrones y síntomas del trastorno obsesivo compulsivo infantil

Si se tratase de una experiencia inmersiva de Realidad Virtual, acceder al “universo” del trastorno obsesivo compulsivo infantil es adentrarse en un laberinto de comportamientos desafiantes que impactan profundamente en la vida cotidiana de los niños y sus familias. Desde la excesiva dedicación de tiempo y energía a rituales compulsivos hasta la lucha interna contra pensamientos irracionales, el TOC impone una carga emocional y funcional que puede ser abrumadora para los chavales.

Consecuencias de los comportamientos obsesivo-compulsivos

Ciertamente, el TOC “se enreda” en el día a día de los niños, afectando tanto sus actividades rutinarias como su bienestar emocional. La ejecución de rituales consume una cantidad significativa de tiempo y energía, lo que dificulta la realización de tareas escolares o domésticas, así como la capacidad para disfrutar plenamente de la vida. Los niños afectados, además de experimentar frustración y culpa por su falta de control sobre sus propios pensamientos y acciones, pueden sufrir de una pobre percepción de sí mismos y vergüenza, conscientes de la irracionalidad de sus temores y rituales.

Más aún, la presión por completar sus compulsiones puede generar irritabilidad y dificultades para concentrarse, lo que afecta su rendimiento académico y sus relaciones interpersonales. Este ciclo de ansiedad y compulsión puede envolver a los niños en una espiral de comportamientos disfuncionales que socavan su calidad de vida y su bienestar emocional.

Una mirada a los síntomas característicos

Entre los niños y adolescentes aquejados por el TOC, las obsesiones adoptan diversas formas, reflejando una amplia gama de preocupaciones irracionales que invaden su mente. Desde el temor a la suciedad y los gérmenes hasta las obsesiones religiosas o el miedo al daño físico, estos pensamientos intrusivos pueden desencadenar una serie de comportamientos compulsivos destinados a neutralizar la ansiedad asociada.

Por su parte, las compulsiones, se manifiestan en una variedad de rituales repetitivos, diseñados para contrarrestar las obsesiones y restaurar una sensación de control. Estos van desde rituales de limpieza exhaustiva hasta repeticiones obsesivas de acciones o pensamientos. Como dije, tales comportamientos compulsivos constituyen la respuesta del niño para aliviar la ansiedad provocada por sus obsesiones.

Signos encubiertos del TOC

Reconocer el del trastorno obsesivo compulsivo infantil puede resultar desafiante, ya que los niños suelen ocultar sus comportamientos obsesivo-compulsivos, a veces durante meses o años, antes de que los padres tomen conciencia de la situación. Peor aún, es posible que estos comportamientos no se manifiesten en entornos como la escuela. Por eso, los padres podrían subestimar la gravedad del problema.

Los niños afectados pueden recurrir a estrategias de camuflaje, integrando sus rituales en su rutina diaria para evitar despertar sospechas. Por ejemplo, pueden solicitar la participación de un padre en sus rituales, solicitando una confirmación constante de la ausencia de peligro o contaminación. Este comportamiento sutil puede pasar desapercibido inicialmente, pero eventualmente puede convertirse en un indicio revelador de trastornos de conducta subyacentes.

Aparte de los comportamientos ritualistas evidentes, los padres deben estar atentos a signos sutiles que podrían indicar la presencia de TOC en sus hijos. Especialmente, de cambios en los hábitos de higiene y el incremento repentino en las preocupaciones por la salud o la seguridad de la familia. Estos indicadores pueden servir como señales de alerta temprana que requieren una evaluación cuidadosa y una intervención especializada.

La dificultad del diagnóstico en casos de trastorno obsesivo compulsivo infantil

Es pertinente reiterar que diagnosticar el trastorno obsesivo compulsivo infantil puede ser un reto. A menudo los síntomas se enmascaran o se atribuyen erróneamente a comportamientos extravagantes o problemas de conducta. En efecto, los niños mantienen en secreto sus luchas internas por vergüenza o temor al estigma social. Esto dificulta aún más el reconocimiento y la intervención temprana.

Pese a que el TOC es más común de lo que se piensa, su diagnóstico a menudo se retrasa o se pasa por alto. Los médicos consideran el TOC como un patrón de pensamientos y rituales obsesivos que cumplen ciertos criterios. Entre ellos, identifican comportamientos como la dedicación de más de una hora al día a estas conductas, la angustia asociada y la interferencia con las actividades diarias. Por cierto, cuando los síntomas son evidentes, pueden ser malinterpretados como excentricidades infantiles o desobediencia y no como manifestaciones de un trastorno mental.

¿Cómo puedes ayudar?

Una vez más, es esencial comprender que el TOC nunca es culpa del niño. Cuando se inicia el tratamiento, la participación activa de los padres y el entorno de apoyo son fundamentales para el progreso del niño. Reconocer y elogiar cualquier mejora, por pequeña que sea, ayuda a fortalecer la autoconfianza del niño y fomenta un ambiente positivo de recuperación.

Por otro lado, mantener rutinas familiares normales y enseñar a todos los miembros de la familia estrategias para ayudar al niño con TOC puede promover un ambiente de apoyo y comprensión. Es importante no permitir que el TOC dicte las dinámicas familiares. Por el contrario, es conveniente establecer límites claros y fomentar un enfoque colaborativo hacia la gestión de los síntomas.

Opciones de tratamiento

La terapia conductual, en particular la terapia cognitivo-conductual, ha sido efectiva en el tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo infantil. Precisamente, este enfoque ayuda a los niños a desafiar y cambiar sus pensamientos y comportamientos, reduciendo así la ansiedad asociada con las obsesiones. La exposición gradual a los temores, combinada con la prevención de la respuesta, permite a los niños enfrentar sus miedos de manera controlada. De esta manera, podrán aprender estrategias para manejar su ansiedad.

En este sentido, es fundamental encontrar un terapeuta con experiencia en el tratamiento del TOC, ya que la terapia mal aplicada puede empeorar los síntomas. Solo en algunos casos, se puede considerar la combinación de terapia conductual con medicación. Esta podría consistir en inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, para abordar tanto los aspectos cognitivos como los químicos del trastorno.

Si sospechas que tu chaval/a experimenta un trastorno obsesivo compulsivo infantil, puedo ayudarte. Soy Merche Cimas, psicóloga especialista en terapia cognitiva conductual y terapia breve estratégica para niños y adolescentes, con más de 15 años de experiencia. Contáctame para sesiones presenciales en Palma de Mallorca o por vídeollamada.