Las sesiones las realizo con los padres, no con los adolescentes. Es la base de la terapia indirecta para niños y adolescentes. De esta forma, me explicáis el problema y nos ponemos a trabajar.

El motivo por el que no necesito ver a los niños y hacemos una terapia indirecta a través de los padres es porque es mucho más rápida y eficaz. Toda la información que necesito la tenéis los padres, nadie mejor que vosotros conoce al niño o niña; y a él le ahorramos venir al psicólogo, con lo que eso conlleva: etiqueta, patologización, rebeldía por no querer acudir…

Con este modelo los niños ven que cuando tienen un problema sus padres le ayudan; esto permite reforzar el vínculo entre padres e hijos y los niños adquieren más confianza en sus padres. De esta forma, no te quito poder como padre o madre sino que te ayudo a reforzarlo.

Las sesiones son de una hora de duración, normalmente cada quince días. No por vernos más veces o más tiempo la resolución será mejor, ni más rápida.

De cada sesión saldrás con unas pautas terapéuticas que tendrás que seguir al pie de la letra, una especie de “deberes para casa” que se convertirán en las herramientas para solucionar el problema.

Se trata de hacer cosas diferentes a las que hayáis podido hacer hasta ahora para intentar resolver el problema. Si seguís haciendo lo mismo, el problema por sí sólo no se soluciona, todo lo contrario, se hace crónico y empeora.